El Cubo del Revellín cumple en 2024 el quinto centenario de su edificación convertido en uno de los “símbolos identitarios más queridos y reconocidos” de la ciudad de Logroño, alejado de la función defensiva por la que fue proyectado.
Diego Téllez Alarcia, presentó la comunicación ‘El Cubo del Revellín de Logroño (1522-1524): un ejemplo de cubo artillero de la fortificación de transición’ en el V Congreso Hispanoamericano de Historia de la Construcción celebrado en Santo Domingo (República Dominicana) en al 23 de marzo de 2023.
En ella, el doctor en Historia y profesor de Didáctica de las Ciencias Sociales de la Universidad de La Rioja, detalla las vicisitudes del 'Cubo Nuevo' del recinto fortificado de Logroño del s. XVI -uno de los pocos que se conservan-, proyectado y edificado tras el cerco al que sometieron a la ciudad infructuosamente las tropas franco-navarras de Asparrot.
En ella recuerda cómo, tras el cerco de Logroño en junio de 1521, Logroño afianzó su situación como “llave de Castilla”, lo que llevó a la ciudad a postularse como “una plaza fuerte de envergadura si se deseaba conservar el reino de Navarra”, por lo que “el emperador Carlos V ayudó a financiar el comienzo de la remodelación del sistema defensivo” de la ciudad.
El 26 de noviembre de 1524 se instaló en la Puerta del Camino el escudo de armas imperial tallado por Francisco Enríquez y pintado en oro, plata y colores por Andrés de Saldaña
Si bien pronto quedaría “anticuado e inútil para la maniobra bélica”, desfasado por tanto para la original función proyectada, “e iniciaría un largo recorrido de casi cinco siglos hasta llegar a nuestros días y convertirse en uno de los símbolos identitarios” de Logroño.
Carlos V visitó Logroño en 1523 para concederle diversos privilegios -y apoyar la ampliación y reforma de fortificaciones, como en toda la frontera Norte- en recompensan por la resistencia al cerco ocurrido dos años atrás entre el 5 y 11 de junio.
La victoria puso de manifiesto la importancia estratégica de la ciudad, limítrofe con el reino de Navarra; así como la debilidad de las fortificaciones, compuestas un castillo al pie del puente de piedra custodiado por tres torres y un cinturón de murallas medieval, de muros altos, delgados y sin espacio para la instalación de cañones.
El Archivo General de Simancas custodia la cuenta de gastos de la muralla entre 1498 y 1540, documento que atesora los detalles de la edificación del Cubo del Revellín, entre otros muchos, en sus 479 folios elevado por el escribano de artillería Pedro del Peso con los datos recibidos por Francisco Ortiz de Zárate, escribano de la ciudad.
Entre 1522 y 1524 se concentran los trabajos de refuerzo de la muralla, actuando primero en la esquina noroccidental del recinto. Los pagos realizados a canteros, obreros y mozas dan idea de la rapidez con la que avanzaban los trabajos.
Indica, igualmente, los pagos por los materiales acopiados, como cal procedente de Laguardia, arena y ripio; o 770 carretadas de piedra y 1.582 sillares, adquiridos al maese Domingo. El veedor de las obras fue Juan de Viana, mientras que la supervisión técnica corrió a cargo de Lópe Isturizaga.
En 1523 llegan a Logroño 1.745 carretadas procedentes de Castilseco y la cal, del barrio de El Cortijo, con Juan de Viana y Diego de Sepúlveda de veedores, y Lope de Isturizaga de maestro de obra. Están anotados también los clavos o tablas para el andamiaje adquiridos.
En 1524 los trabajos se extendieron al lienzo de la muralla anexo al cubo y a la Puerta del Camino y la cuenta de gastos detalla el listado de retribuciones de jornales a carpinteros, obreros, mozas y bestias de carga o por el arreglo de herramientas.
Ocho carreteros suministraron 2.279 carretadas. Juan de Viana y el cantero maestre Juan fueron veedores y Isturizaga siguió siendo maestro de obra, aunque suplido por Miguel Echeveste.
El 26 de noviembre de 1524 se instaló en la Puerta del Camino el escudo de armas imperial tallado por Francisco Enríquez y pintado en oro, plata y colores por Andrés de Saldaña. A partir de 1525 la actividad languideció y desaparece casi por completo en 1526.
7,4 MILLONES DE MARAVEDÍES
El impulso financiero de las obras vino de la mano del Concejo y del propio emperador Carlos V. El Concejo estableció una polémica sisa que incluía a los clérigos, que se negaban a costearla. Tuvo que escribir el emperador al obispo, ya que los eclesiásticos habían cesado los oficios religiosos, incluso las ceremonias de entierro.
Carlos V concedió a Logroño un juro anual de 218.750 maravedís embargado a Pedro, mariscal de Navarra, por unirse a Asparrot; que le fue devuelto en 1525, lo que hizo languidecer la obra.
Entre 1498 y 1540 se gastaron 7.420.304 maravedíes de los cuales 5.468.455 procedían de las concesiones reales, mientras que el resto (1.951.848) lo aportó la ciudad de Logroño- De este monto, casi una cuarta parte (1,8 millones de maravedís de desembolsaron entre 1522-24 para la construcción del cubo).
AUTOR: DIEGO DE VERA O MICER BENEDETTO DE RÁVENNA
El Cubo del Revellín “fue parte integrante de un sistema defensivo mucho más amplio pero del que apenas conocemos debido a la pérdida de la mayor parte de las murallas en la segunda mitad del siglo XIX”, señala Diego Téllez.
“Combinaba en su área muralla, foso y contramuralla y se adscribe a la tipología de los cubos artilleros de la denominada fortificación de transición. Fue levantado a base de sendas camisas de sillería”, rellenadas con argamasas y canto rodado.
“Su defensa estaba pensada en torno a una plataforma triple compuesta por dos galerías de tiro, una inferior bajo cúpula y otra intermedia en forma de corola, rematadas por un adarve superior. A estas tres zonas de tiro se accedía por un corredor desde el interior de la plaza”. Al Sur, en pocos metros aparece la Puerta del Camino, “la más simbólica de las que tuvo la ciudad y la única que ha llegado hasta nosotros”.
El maestro de obras fue Lope de Isturizaga, un célebre constructor de la época responsable también de la reforma de las defensas de San Sebastián y de la erección del castillo de Berlanga de Duero.
En cuanto al autor de la traza, no existen certezas. Algunos historiadores se decantan por una autoría a cargo de Diego de Vera, un veterano militar al servicio de la monarquía en Italia, África y Navarra que proyectó las defensas de Orán, Irún y San Juan de Pie de Puerto; y participó en la defensa de Logroño en 1521 tras infiltrarse en pleno cerco.
Por otro lado, María Teresa Álvarez de Clavijo recuerda que Micer Benedetto de Rávenna, participó en 1517 en las obras de fortificación de Pamplona, no descartando que en aquel entonces visitase la ciudad de Logroño, si bien en 1522 estuvo destinado en Rodas.
Carlos V concedió a Logroño un juro anual de 218.750 maravedís embargado a Pedro, mariscal de Navarra, por unirse a Asparrot; que le fue devuelto en 1525, lo que hizo languidecer la obra.
Entre 1498 y 1540 se gastaron 7.420.304 maravedíes de los cuales 5.468.455 procedían de las concesiones reales, mientras que el resto (1.951.848) lo aportó la ciudad de Logroño- De este monto, casi una cuarta parte (1,8 millones de maravedís de desembolsaron entre 1522-24 para la construcción del cubo).
LO QUE PUDO SER Y NO FUE
Micer Benedetto de Rávenna sí que visitó, diez años después de finalizadas las obras, las ciudades de Logroño, Pamplona y San Sebastián para revisar su sistema defensivo como ingeniero real. Junto al maestro de campo Pedro de Guevara dio nuevas trazas para la remodelación del conjunto fortificado logroñés.
El “Cubo Nuevo” es juzgado como “obra obsoleta, del todo inadecuada y necesitada de recrecimiento y profunda reforma; para empezar, por los cimientos (…) reformar el resto del perímetro amurallado (…) distribuir hasta siete nuevos baluartes triangulares mayores que los del Revellín; y finalmente, habrían de disponerse las cañoneras (…) agrandar el foso e inundarlo”, detalla Diego Téllez.
Este cita a M.ª Concepción Porras Gil, quien afirma que “de haberse llegado a realizar estas obras, Logroño se habría constituido en una plaza militar de primer orden, totalmente guarnecida por el río Ebro y sus anchos fosos con agua, inexpugnable dada la eficacia de sus baluartes”.
En 1542 el duque de Alba votaba a tal por la “ruin disposición” del recinto y “porque así no cumple servicio”, pero años atrás el emperador ya dejó dicho que “no hay disposición por los grandes gastos que se han hecho y se hacen en otras cosas”.
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- Dpto. Matemáticas y Computación, Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial, Facultad de Ciencia y Tecnología, Grado Ingeniería Electrónica Industrial y Automática, Grado Ingeniería Informática, Grado Ingeniería Mecánica, Grado Matemáticas, Instituto de Investigación en Computación Científica (SCRIUR)