Dirigido por el catedrático de Historia Moderna, José Luis Gómez Urdáñez, y el decano de la Facultad de Letras y de la Educación, José Antonio Caballero, con él ha obtenido la ‘suficiencia investigadora’ para desarrollar su tesis doctoral.
La autora ha recogido un corpus de discursos de distintos parlamentarios y ha extraído de ellos los exempla históricos empleados con el fin de analizarlos, tanto desde el punto de vista histórico, como desde el punto de vista retórico. El análisis histórico demuestra que el uso de la historia, tan recurrente en la clase burguesa ilustrada de mediados del XIX, tenía dos objetivos: comparar periodos y hechos, tanto en España como en países extranjeros, con el fin de apoyar las tesis defendidas; y justificar las aspiraciones de los distintos partidos políticos mediante experiencias anteriores susceptibles de valoración positiva, o negativa. Así, el tema central, el bicameralismo, es atacado o defendido en función de los resultados obtenidos en países donde estaba instalado -Estados Unidos o Inglaterra-, o en aquellos donde sólo había cámara única. En este caso, Francia o las propias cortes de Cádiz son las más frecuentes referencias.
El análisis retórico muestra un parlamento vivo, que debe moderar su discurso revolucionario -pues las clases conservadoras tienen una amplia representación-; compuesto por diputados de un alto nivel en el uso de la retórica y de la historia (entre ellos, hay historiadores pertenecientes a la Real Academia como Modesto Lafuente o Evaristo San Miguel) y conscientes del peso de la historia en la formación de la sociedad burguesa española, todavía lastrada por un pasado de privilegios y resistencias al cambio, que lidera un amplio sector de la Iglesia y de la Nobleza. Por eso, los discursos son ampulosos, plagados de erudición, aunque muchas veces los ejemplos se convierten en un tópico en el que no se profundiza.
Bastaba con citar a Villalar para que los progresistas interpreten «pérdida de las libertades»; o invocar a Felipe II para que todos supieran que se hablaba del Absolutismo, todavía presente en naciones como Rusia o Turquía, que no representan precisamente el modelo al que aspiran los burgueses revolucionarios, ni los más moderados.
El trabajo aporta una gran cantidad de datos sobre los grandes patricios decimonónicos, entre ellos nuestro Salustiano de Olózaga, jefe indiscutible del progresismo español y padre de Sagasta, cuya brillante oratoria aparece con mucha frecuencia en las sesiones. En suma, un gran sobre un periodo en el que tanto peso político tiene los riojanos liberales, desde Espartero a Amós Salvador, pasando por Olózaga y Sagasta.