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Estudio coordinado por el profesor Miguel Ángel Fano

Las cuevas más visibles tienen más pinturas y grabados rupestres

Un estudio en la cuenca del Nalón concluye que las cuevas más visibles son las que acumulan más pinturas y grabados rupestres, especialmente de carácter no figurativo.

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La visibilidad de los centros rupestres desde sus entornos está claramente asociada al número total de representaciones artísticas localizadas en su interior. Esta es una de las conclusiones de la investigación coordinada por Miguel Ángel Fano, profesor de Prehistoria de la Universidad de La Rioja.

Este estudio -que ha analizado el contexto arqueológico externo del arte rupestre de 16 cuevas y abrigos de la cuenca del río Nalón, en Asturias- ha sido publicado en la revista científica Archaeological and Anthropological Sciences (Ed. Springer Nature).

En el equipo de investigación han participado la profesora Fabiola Portillo, del departamento de Economía y Empresa de la Universidad de La Rioja, e investigadores de las Universidades de Salamanca y Cantabria, y del Gobierno de Cantabria (Cuevas Prehistóricas del Monte Castillo); junto al coordinador del estudio, Miguel Ángel Fano.

Desde una perspectiva interdisciplinar y con un enfoque inédito en los estudios sobre arte parietal paleolítico, el artículo ‘Más allá de las imágenes’, en el que se analiza la localización de las cuevas decoradas para una mejor comprensión del fenómeno artístico del Paleolítico, revela la existencia de un patrón de distribución heterogéneo de los centros rupestres en el paisaje e identifica diferencias significativas entre ellos en cuanto a la accesibilidad y visibilidad de los mismos.

Así, por un lado, sostiene que la mayor o menor dificultad de acceso a las cavidades no condicionó el tipo de expresión gráfica que se ha podido documentar en las diferentes cuevas.

Por otro, la visibilidad de los centros rupestres desde sus entornos sí parece haber influido, ya que esta variable está claramente asociada al número total de representaciones: al crecer la visibilidad crece el número de grafías, en particular las de carácter no figurativo.

Las conclusiones publicadas en Archaeological and Anthropological Sciences confirman el interés del enfoque desarrollado para avanzar en la comprensión de la realidad artística del Paleolítico, máxime al considerar el número de centros rupestres conocidos en la costa cantábrica y en otros espacios europeos, circunstancia que garantiza la posibilidad de trabajar en el futuro con muestras muy amplias de cuevas decoradas.

Desde que en 1879 Marcelino Sanz de Sautuola descubriese las pinturas de Altamira, y en particular desde la aceptación definitiva de la autenticidad y antigüedad del arte que atesora la cueva de Santillana del Mar, la actividad gráfica de las sociedades de cazadores-recolectores que poblaron Europa durante el Paleolítico superior ha constituido uno de los temas de estudio esenciales para los paleolitistas.

Hasta mediados del s. XX, las imágenes de bisontes, caballos, mamuts, etc. monopolizaron el interés de los estudiosos del arte, en busca de su significado y cronología. A finales de los años 1950, en las investigaciones comenzó a prestarse atención a la variable espacial, con atención a las relaciones de proximidad y composición de los distintos temas, así como a la distribución de éstos a lo largo del medio cavernario.

En los últimos años, se ha enfatizado el análisis del contexto arqueológico interno del arte rupestre, considerando también otras evidencias arqueológicas producto del tránsito de los grupos paleolíticos por las cavidades; y se han desarrollado metodologías que posibilitan valorar aspectos clave para el entendimiento de la expresión gráfica del Paleolítico, como la visibilidad y accesibilidad de los paneles decorados, o la iluminación artificial necesaria para crear y contemplar el arte rupestre.

Hoy conocemos mejor a los artistas, así como el tiempo y la tecnología que requirieron sus desplazamientos por el medio subterráneo. Sin embargo, tras más de un siglo de investigaciones, apenas se ha valorado la localización y entorno de las cavidades decoradas, a pesar del interés de esta información para el conocimiento de la realidad cultural que nos ocupa.

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