José Luis Gómez Urdáñez acude al ciclo ‘Santander, génesis y desarrollo de una transformación urbana’ organizado por la Fundación Marcelino Botín dentro de las actividades conmemorativas del 250 aniversario.
El análisis urbanístico y social de este periodo trata de situar el punto de partida de un despegue que continuará a lo largo de la Baja Edad Media -en la que tuvo un peso decisivo la Abadía de los Santos Mártires- y las primeras etapas de la época moderna, cuando Santander se convirtió en uno de los ejes de la política imperial de los Austrias menores
Sobre todo en esta época en la que Santander se configuró como uno de los ejes de las relaciones de Castilla con las posesiones flamencas de los Augsburgo. Esta utilización del puerto santanderino fue una de las causas de la crisis -que alcanzó igualmente al resto de la corona castellana- que sumió a la villa en una depresión de la que no saldría hasta avanzado el siglo XVIII, centuria que significará la ascensión irresistible de la villa santanderina hasta ocupar una posición preeminente e indiscutida en el contexto regional de la Cantabria de la época, merced a su nombramiento como sede del obispado creado en 1754, con la obtención del consiguiente título de ciudad al año siguiente.