Florencio Arza Alday ha obtenido el grado de doctor por la Universidad de La Rioja tras la defensa de la tesis de Freilas, seroras y beatas vascas: Personalidad y caracterización (c. 1500-1650). Dirigida por Ángela Atienza, ha logrado la calificación de sobresaliente ‘cum laude’.
En su elaboración ha estado muy presente el objetivo marcado por Joan Kelly: «No hay que devolver la historia a las mujeres sino las mujeres a la historia». Por tal motivo el autor tiene muy en cuenta conceptos feministas como la «invisibilidad de las mujeres», la pervivencia del patriarcado, el «hombre» como neutro sexual universal, la «mística de la feminidad», el «género», y las propuestas del ecofeminismo.
La tesis abarca el territorio en el que en ese periodo estaba extendida la lengua vasca y el periodo comprendido responde a que conocieron una curva estadística completa: experimentaron un irrefrenable aumento, alcanzaron unas cifras desmesuradas que establecieron su máximo esplendor, y terminaron sufriendo los intentos de reducir su número como fuera.
Gracias a las fuentes utilizadas la tesis repara en el alcance de este «oficio», explica las múltiples formas por las que se nombran, y descubre la capacitación de las reconocidas como administradoras. Un título que se sitúa en los antípodas del de «barrendera», del que se ha valido la historiografía para ilustrar la poca relevancia del trabajo femenino, algo que las freilas desmienten. Entre las fuentes más utilizadas destacan los protocolos notariales, por la riqueza y variedad de sus documentos, incluidos sus testamentos.
No fueron mujeres notables, tampoco poderosas, ni aportaron méritos para formar parte la «historia contributiva», pero encarnan una vida alternativa y sus vidas tomaron los derroteros de una «tercera vía». El símil de la «vía muerta» sirve para referirse al mundo de las criadas, al que fueron fueron a parar las descartadas.
Por supuesto que hubo otras alternativas como la vida enclaustrada, pero para ellas no lo fue. Esto no significa que no tuvieran puntos de conexión, por ejemplo, en lo que es capaz de expresar la palabra «recogimiento». Pero resultan insalvables diferencias que las separan: son «legas», tienen la posibilidad de poseer bienes, y se las reconoce la reversibilidad de su estado.
Evidentemente sólo podían convertirse en «beatas, freilas o seroras» aquellas mujeres que reunieran una serie de requisitos. Su elección se producía por «unanimidad» o cuando menos por mayoría, pues se postularon como mujeres de «calidad».
Respecto a las condiciones de elección, permanencia y destitución, cabe destacar la puesta en escena para resaltar la relevancia del momento, las garantías legales que debía reunir, y, sobre todo, el carácter democrático de su elección como se corresponde por haber sido elegidas por la instancia más democrática existente: el concejo abierto.
En la segunda parte, la tesis aborda su inserción en el contexto religioso y social que les tocó vivir. A este respecto, recoge las tres oportunidades exclusivas con las que la vida de «beata, freila o serora» era capaz de seducir a cualquier candidata: su distinción personal contenida en la expresión «donzella en cabello», la posibilidad de disfrutar de un nivel económico desahogado; y, cómo no, cultivar su «vocación» por parte de quienes demuestran su «profesionalidad» mediante el trabajo y el desprendimiento.
A continuación se analizan aquellos elementos que demuestran la transcendencia pública de este oficio, para después abordar otra cuestión controvertida: fueron capaces de generar un debate jurídico sobre si pertenecían a la jurisdicción civil o a la eclesiástica, si lo que estaba en juego eran sus intereses particulares.