Editada en castellano, la obra es fruto del trabajo del grupo de Historia hispano-polaca formado por investigadores de la Universidad de La Rioja y la Universidad Católica ‘Juan Pablo II’ de Lublín (Polonia).
Antes vieron la luz Studia polsko-hiszpanskie. Wiek XVIII y We Wspólnej Europie. Polska-Hiszpania XVI-XX Wiek, con las actas del I y II Encuentros de Historia Comparada de España y Polonia, y la web www.hispanopolaco.es.vg en la que se exponen resultados, se publican artículos y se facilitan los intercambios.
Diego Téllez, profesor de Historia Moderna de la UR, Cristina González Caizán, doctora por la UR, y Césary Taracha, profesor de la Universidad de Lublín, han recopilado la correspondencia entre el Conde de Aranda, embajador de España en Varsovia, y el ministro español Ricardo Wall.
Las cartas del Conde de Aranda, que se conservan en el Archivo Histórico Nacional, se ha reproducido respetando la grafía, con notas al pie, datos biográficos de los personajes citados y un estudio de cada uno de los autores que explican los hechos históricos de la época.
Diego Téllez ataca el mito del Wall anglófilo y antijesuita -precisamente cuidó este aspecto por su origen bretón-, o del Ensenada francófilo y jesuitón, el mismo cliché que todavía circula sobre el Aranda masón y libertino. La correspondencia entre Wall y Aranda no apunta por ahí, desde luego.
Cristina González Caizán desmonta el mito del Ensenada incorruptible a medida que los documentos ofrecen nuevas pistas y que vamos conociendo mejor el tejido político de mediados del XVIII. Aranda es un contrapunto perfecto, pues el partido aragonés fue ya otra clase de red política, seguramente más «ideológica» y más compleja que la que logró tejer Zenón de Somodevilla, el ex-ministro que volvía otra vez a la corte cuando Aranda emprendía su largo viaje a Varsovia.
Cesary Taracha, catedrático de la Universidad Juan Pablo II de Lublín, completa el libro con sus estudios sobre el espionaje en los tiempos modernos.
En definitiva, la correspondencia entre el Conde de Aranda y el ministro Wall muestran que los confines de Europa no estuvieron tan alejados en algunos periodos de la historia europea. La embajada del conde de Aranda es la demostración de que Polonia contaba en el escenario de la Europa de las luces, de que todavía en esos años había esperanzas, truncadas al poco por las grandes potencias del Despotismo.