Los estudios genómicos desarrollados por Carla Andrea Alonso en su tesis doctoral sugieren la existencia de un flujo continuo de bacterias resistentes a los antibióticos entre el entorno humano y el natural. Además ha identificado diversos reservorios de genes de resistencia y virulencia en fauna silvestre, especialmente en aves.
Carla Andrea Alonso Arribas ha obtenido el grado de doctora con mención internacional y calificación de sobresaliente ‘cum laude’ con la tesis titulada ‘Epidemiología molecular en Escherichia coli procedente de fauna salvaje: resistencia antimicrobiana, virulencia y diversidad genética’.
Desarrollada en el área de Bioquímica y Biología Molecular, ha sido dirigida por Carmen Torres, profesora del Departamento de Agricultura y Alimentación de la Universidad de La Rioja.
Durante la investigación, Alonso ha caracterizado genéticamente alrededor de 400 cepas de la bacteria Escherichia coli procedentes de distintos animales silvestres (mamíferos como jabalíes, cérvidos, muflones y pequeños roedores, así como aves) y las ha comparado con cepas de origen humano, animales de consumo y alimentos.
«Estos estudios -explica la investigadora- han permitido estimar el grado de diseminación de E. coli resistente a los antibióticos en fauna silvestre, analizar los mecanismos implicados en el flujo humano-animal-medio ambiente e identificar reservorios silvestres. Los resultados sugieren la existencia de un intercambio continuo de plataformas genéticas y clones bacterianos entre los distintos ecosistemas».
Destaca la presencia en aves silvestres (rapaces -buitres, milanos y águilas-, cigüeñas, estorninos y cucos) de E. coli resistente a antibióticos de importancia en medicina humana, entre ellos las cefalosporinas de amplio espectro, de la familia de las penicilinas, empleadas frente a un extenso número de infecciones, desde las urinarias hasta la meningitis.
«Muchas de estas aves -indica Alonso- comparten hábitat con los humanos a la hora de anidar o alimentarse, aprovechando zonas de cultivos, pastizales o vertederos periurbanos. Así, la detección de bacterias multirresistentes en estas aves resulta especialmente preocupante debido al importante rol que podrían ejercer como vectores de estas bacterias entre el entorno humano, ganadero y medio ambiental».
En las muestras procedentes de mamíferos se observó una baja tasa de resistencia antimicrobiana, aunque se identificó el papel de rumiantes (muflones y ciervos) y jabalíes como importantes reservorios (seres vivos donde habita y se multiplica un agente infeccioso) de dos tipos de bacteria (en concreto, de E. coli verotoxigénico -STEC- y enteropatógeno -EPEC-).
Según estimaciones de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), cerca del 60% de los patógenos humanos son de origen animal. Pero la resistencia a antibióticos no se limita a las bacterias causantes de procesos infecciosos, sino que implica también a otras no patógenas presentes en diversos nichos ecológicos. Estas ‘bacterias comensales’ representan una amenaza al constituir un reservorio importante de genes de resistencia y virulencia.
Tal como explica Alonso, «los genes de resistencia pueden ser transferidos entre bacterias gracias a fenómenos de transferencia genética horizontal. Estas bacterias, por su parte, pueden diseminarse entre el ecosistema natural y el entorno humano a través de diversas vías: el estrecho contacto de los animales salvajes con pastos, zonas de cultivos o vertederos; la invasión de zonas naturales por asentamientos humanos; el consumo de carne de caza; la contaminación de los ríos por vertidos de aguas residuales; el empleo de residuos orgánicos del ganado como abono natural…».
El muestreo realizado para esta investigación se ha llevado a cabo en colaboración con el Instituto de IREC de Ciudad Real y el Departamento de Patología Animal de la Universidad de Zaragoza. Los resultados de la investigación han dado lugar a 7 artículos científicos en revistas internacionales.