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Por dónde empezar

María Pilar Perla Mateo

Los ciudadanos están al otro lado del periódico, de la radio, la televisión o Internet, de un libro divulgativo, de una conferencia... No podemos contarle lo mismo a un público general que a uno previamente interesado por la ciencia, a una clase de alumnos de secundaria que a un periodista. Ante esta diversidad de destinatarios, la pregunta '¿qué cuento?' ha de tener diversas respuestas. La selección de temas, el enfoque, incluso el lenguaje, las estrategias..., en definitiva, el mensaje, han de adaptarse a ellos. Simplemente porque, además, no basta con contar algo. Pretendemos que lo que contemos ‘cale’: llene una sala de conferencias y provoque un buen debate; despierte la curiosidad y mantenga la atención de un estudiante adolescente; conquiste un espacio en un periódico, primero, y el lector se quede con nuestro artículo hasta el final o no cambie de cadena de televisión o de emisora mientras hablamos. La meta final sería hacer pensar al receptor, lograr una comunicación plena, y, también, ¿por qué no?, que disfrute aproximándose a la ciencia y la haga suya, la integre en su cultura.

El bloque '¿A quién se lo digo?' de este manual está estructurado en función del tipo de público y del canal que empleemos para llegar a él.

¿Qué pretendemos?

Qué contar dependerá también de nuestros objetivos. Puede que queramos difundir la investigación en la que andamos inmersos o, con un propósito divulgativo, más general, acercar al público la rama de la ciencia que nos ocupa. En cualquier caso, no se trata de poner a la audiencia a la altura de un especialista, sino simplemente de que salga con una idea clara, aunque no detallada al máximo, de lo que se trata.

Y también habremos de estar preparados para responder a demanda de la sociedad. Si, ante un hecho ocurrido, se hace preguntas y busca a un ‘experto’ para responderlas, la comunidad científica ha de estar disponible. Una información enfocada racionalmente, con la colaboración de la comunidad científica, ayuda a construir una sociedad que enfoque racionalmente las cosas.

Si bien la inmediatez del periodismo no casa bien con el método reflexivo del científico, este necesita comunicarse y los ciudadanos ser informados sobre aspectos que afectan a su calidad de vida, por lo que ciencia y periodismo son mundos que se necesitan y complementan. Aunque son mundos muy diferentes, podemos encontrar y amplificar lo que une a científicos y periodistas. Y eso que nos conecta no es otra cosa que la curiosidad, el hecho de que ambos somos profesionales cuyos resultados dependen de nuestra capacidad de hacernos las preguntas adecuadas. Sólo que son preguntas distintas: lo más interesante para un científico no es lo más interesante para el lector. Y para divulgar la ciencia y la tecnología, el experto que desee comunicarse debe aprender a hacerse las preguntas que interesan al público. Sólo así conquistará su atención, logrará ser leído o escuchado.

¿Es lo mismo informar que divulgar?

La información científica está ligada a la actualidad. Es la noticia de ciencia, elaborada por periodistas, que aparece en el periódico del día o en el informativo televisivo o radiofónico y que se escribe en la redacción. O, visto desde el otro lado, la nota de prensa que emite un gabinete de comunicación de una institución científica. La premura de tiempo y la disposición de menor espacio hacen de la información científica de calidad un ejercicio complejo. En primer lugar por tener que aplicar un criterio de selección.

En segundo, por la obligación por parte del redactor de enfocar el tema desde el punto de vista que sea más relevante para la sociedad. Es ahí, en el exigente seguimiento diario de la actualidad científica, donde más se necesita la especialización del periodista, acompañada siempre de unas buenas fuentes a las que recurrir en busca de asesoría en caso necesario o de información complementaria, y no necesariamente sólo de corte científico, sino también de repercusión social o justificación del destino de unos fondos públicos.

Caso aparte son los medios audiovisuales, sus exigencias de brevedad (una noticia de un informativo no suele superar el minuto) complican la información científica (hay que pedir a un científico declaraciones de 20 segundos).

La complejidad de algunos temas hace que, a menudo, el periodista científico necesite mezclar, en distintas proporciones, según los casos, la información de la actualidad científica y la divulgación. Incluso encontramos también divulgación de la ciencia asociada a temas generales, no científicos.

Pero, en general, la divulgación científica no sólo se hace desde los medios de comunicación. Se realiza también desde los museos o a través de libros y conferencias, y suele incluir la participación más o menos directa del científico. Centrándonos únicamente en la divulgación hecha desde los medios, podemos encontrar productos eminentemente divulgativos (revistas, suplementos de la prensa escrita, programas de radio y televisión) o noticias científicas mezcladas con un punto de divulgación, que se considera necesaria para entender algo mejor. En ocasiones la divulgación profundiza, otras pone en contexto, algo que es vital para hacer entender muchos temas. Muchas veces, ya que en ciencia se trabaja casi siempre desde la extrema especialización, el periodismo científico desempeña precisamente ese papel de proporcionar una visión de conjunto que la audiencia pueda digerir. En general, la divulgación también tiene mayor afán didáctico y suele ser más atemporal. Y no olvidemos que, si queremos hablar con la sociedad, deberemos ser capaces de entretener al lector, conseguir que se quede con nosotros hasta el final.

En ¡¡ojo!!televisión, la necesidad de emocionar y asombrar y de hablar de algo tan abstracto como la ciencia mediante un lenguaje tan concreto como el de la imagen son un reto para la divulgación científica. Pero, a la vez, un buen relato con atractivas imágenes puede ser el mejor aliado para conectar con el público. En radio, no se cuenta con el poder cautivador y explicativo de la imagen, pero sí con una magnífica oportunidad de llegar a un público amplio y variado. Y hay mucha divulgación en la Red. Nos quejamos de que hay mala información en Internet. Pues bien, hagámosla nosotros y subámosla a la Wikipedia. Utilicemos los medios de nuestro tiempo y montemos, por ejemplo, un blog que permita seguir día a día una campaña de excavación. Para diferenciar la buena de la mala información en Internet, el usuario busca fuentes dignas de confianza: una universidad, un colegio profesional, un centro de investigación… Colguemos en nuestras webs materiales hechos para ese público que busca información fiable, salgamos a su encuentro (Google mediante). Algunos ejemplos:

Pero colgar nuestras noticias en Internet no nos llevará hasta el gran público, únicamente hasta los ya interesados o los más curiosos. Sólo entraremos en casa de la gente en general a través de los medios de comunicación.

PARA SABER MÁS
  • ‘Diferencias entre periodismo y divulgación científica’. Carlos Elías (2008): ‘Fundamentos de periodismo científico y divulgación mediática’. Alianza Editorial. Madrid, 2008.
  • ‘Qué es la divulgación de la ciencia’. ‘Qué no es’. Calvo Hernando, Manuel: ‘Periodismo científico y divulgación de la ciencia’, ACTA-CEDRO, 2005. pág. 31 y 32.