La ciencia no es algo alejado de la gente de a pie. Aunque no siempre seamos conscientes de su proximidad, condiciona cómo nos alimentamos, qué tejidos nos visten, cuánto tiempo vivimos, qué combustible mueve nuestros coches o cómo nos matamos en las guerras. Ya que los resultados de las investigaciones científicas nos afectan tanto porque marcan la dirección del progreso, la ciencia (que además se financia en gran medida con dinero público) no puede ser algo inaccesible, sólo para expertos. Como ciudadanos, tenemos derecho a tener una información de calidad que nos sirva para dar respuesta a nuestras dudas y para crear nuestra propia opinión. Porque no se puede opinar de lo que no se conoce. Los medios de comunicación son muy responsables de que esto se cumpla, pero también la comunidad científica, con su actitud hacia la sociedad, tiene mucho que aportar.
"Communication", imagen de DailyPic,
bajo licencia creative commons en Flickr
El diálogo es la clave. Hablarnos. Podemos lamentarnos o actuar. La sociedad actual necesita una postura activa de la comunidad científica, ya sea divulgando directamente hacia uno u otro tipo de público, ya sea con el periodista como intermediario. Porque sólo con una información y una divulgación científica de calidad:
Tendremos la oportunidad de ser ciudadanos informados en vez de consumidores pasivos, conocer el mundo que nos rodea y opinar sobre él.
Comprenderemos mejor el tiempo en que vivimos y tomaremos mejores decisiones.
Seremos partícipes de la cultura de nuestro tiempo (que incluye a la ciencia), nos acercaremos a los últimos descubrimientos a nivel mundial y también a los trabajos que se desarrollan en nuestra comunidad autónoma o nuestro país. Y nos forjaremos una imagen de la ciencia y quienes la hacen.
Reactualizaremos nuestros conocimientos científicos, especialmente para entender temas que están en la actualidad. Sólo los más jóvenes han estudiado en la escuela lo que es una célula madre o un LED. Los demás lo hemos ‘aprendido’ a través de la información que los medios de comunicación transmiten.
Adoptaremos actitudes racionales ante todo lo que veamos o leamos, con curiosidad pero también con espíritu crítico. Así, sabremos elegir y la saturación informativa que nos rodea se transformará en conocimiento.
Detrás de toda buena información hay una buena fuente: un científico que da una charla accesible a todos los públicos, un investigador con iniciativa para contactar con un periodista aunque no lo conozca de nada, un profesor universitario que escribe un artículo divulgativo y lo ofrece a un medio de comunicación, un centro de investigación que da a conocer su trabajo…
Y para que esa comunicación sea efectiva, para que se produzca el encuentro entre ciencia y sociedad, hay que encontrar lugares y tiempos en los que coincidir y, sobre todo, hablar un lenguaje común. Saber ponerse en el lugar del otro. Y emprender la aventura de conquistarle. Para que no sea una cita a ciegas, hemos elaborado este manual de comunicación para investigadores.
