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EXPOSICIÓN COMPUTACIÓN GRAN RESERVA.
DE CEPAS ANCESTRALES, RACIMOS DE FUTURO

Facultad de Ciencia y Tecnología, Fase IV, año cero
¡Muchas felicidades!

Es para mí un gran honor poder contribuir a una celebración que se me antoja muy prometedora: la reagrupación en el recién acabado Complejo Científico Tecnológico de todos los departamentos de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la Universidad de La Rioja. Centro éste en el que, entre otros, se vienen impartiendo estudios superiores de informática desde hace algunos años. A pesar de su juventud en la formación e investigación informática, esta Facultad es el resultado de una historia colectiva que, aunque no muy conocida, merece ser recordada.

Ciertamente, parece que últimamente a los informáticos nos apetece celebrar aniversarios. Algunos son de quienes consideramos entre nuestros visionarios más universales, como los 100 años de Alan Turing en 2012, los 200 de Ada Lovelace en 2015, o los 700 que cumple nuestro patrón Ramón Llull este 2016. Otros son cumpleaños más locales, como los de algunos de nuestros centros universitarios, o de nuestras empresas, o de aquel profesorado que se nos empieza a jubilar. Está bien que los informáticos, a quienes de siempre se nos califica como los profesionales del futuro, queramos también recordar, reflexionar y celebrar nuestro pasado.

Puestos a festejar, en España este 2016 podemos celebrar que hace 40 años alguien tuvo la visión de crear las tres primeras facultades de informática, que abrieron sus puertas en 1977 en San Sebastián, Madrid y Barcelona. Fue el entonces director general de universidades, Gabriel Ferraté, quien supo vehicular los anhelos de quienes defendían el nivel universitario para la formación y la investigación informáticas. Eran tiempos de transición, y aunque los ordenadores de aquella época ya provocaban asombro y temor, pocos en aquella convulsa y cambiante universidad pensaban que se tratara de algo serio, con suficiente nivel académico y científico, algo que pudiera cambiar de forma significativa las disciplinas y las profesiones clásicas.

Hoy, cuarenta años más tarde, nos seguimos asombrando y asustando con el avance imparable y la omnipresencia de las TIC, las tecnologías de la información y la comunicación. Con ellas nuestro mundo se ha convertido en la aldea global que anticipó Marshall McLuhan, en una tupida red de personas, instituciones, empresas, regiones, países… con su diversidad de intereses, aficiones, idiomas, culturas e historias… todas y todos conectados e interconectados mediante esas tecnologías a la velocidad de la luz. Tecnologías que nos abren nuevos horizontes y que, a la vez que nos facilitan la vida con nuevas formas de trabajar, estudiar y disfrutar, también nos enfrentan a preocupantes riesgos para el mantenimiento del empleo y para nuestros derechos, deberes y libertades.

En medio de esa vertiginosa e intensa historia, no está de más parar y echar la vista atrás. Conocer y comprender las circunstancias y las vicisitudes que rodearon a nuestros referentes quizás nos ayude a encarar esos retos de un futuro abrumador que se nos echa encima. Por eso quiero aprovechar estas líneas para señalar a algunas de esas personas cuya visión y esfuerzo han servido para la ocupación y disfrute de varias generaciones de informáticos (la mayoría) e informáticas (la minoría), tanto en la industria como en la universidad, en Cataluña, La Rioja y más allá.

Gabriel Ferraté se dedicó poco tiempo a la alta política, lo justo para crear las facultades de informática y poco más. Como investigador especializado en Control Automático, y fundador del Instituto de Cibernética, construyó los primeros sistemas informáticos para gestionar el tráfico de varias ciudades españolas. Más tarde fue el rector clave en la integración, construcción y gran crecimiento de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), y en la consolidación de Facultad de Informática de Barcelona (FIB), a partir de 1977. Por si fuera poco, años más tarde y a las puertas de su jubilación, en 1995 fue el rector fundador de la primera universidad online de la historia, la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), que acaba de cumplir veinte años, y que bien pronto inició sus Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación (EIMT).

Por su especialidad, Ferraté seguramente fue un lejano discípulo de José García Santesmases, quien en los años 50 y 60 del siglo XX construyó los primeros ordenadores en la Universidad de Madrid, actualmente la Complutense. Desde aquella España autárquica, Santesmases supo ganarse el reconocimiento del americano Howard Aiken, creador del primer computador Mark 1, quien junto a Grace Hopper le ayudó a impulsar la primera investigación y formación informática en la universidad española. Consciente de la importancia del pasado en la construcción del futuro, Santesmases investigó y difundió los ingenios menos conocidos del insigne Leonardo Torres Quevedo, añadiendo a su fama como ingeniero de dirigibles, puentes y transbordadores, la consideración de fundador mundial de la Automática y referente histórico de la Inteligencia Artificial. También Torres Quevedo supo beber de sus ancestros, siendo conocido su interés y sus estudios sobre las máquinas diseñadas por el inglés Charles Babbage, a quien ahora reconocemos como el diseñador de la primera máquina computadora, su Máquina Analítica. Una máquina que Ada Lovelace imaginó cómo programar y utilizar, y cuya organización interna es la misma que sigue presente en los computadores desde sus inicios en los años 40 del siglo XX hasta la actualidad, más conocida como arquitectura VonNeumann-Eckert-Mauchly.

En los últimos años, y como prueba de la consolidación de la informática en nuestra universidad, la SCIE (Sociedad Científica Informática de España) ha impulsado el reconocimiento a los logros y trayectoria profesional de algunos colegas mediante los premios que llevan el nombre de Santesmases o Torres Quevedo. Entre esos colegas, algunos crearon e impulsaron nuestras redes académicas, como Ramón Puigjaner e Isidro Ramos, otros nos conectaron con empresas y administraciones públicas, como Pere Botella o Martí Verges, mientras que otros proyectaron internacionalmente la investigación informática desde sus disciplinas, como Arantza Illarramendi, Ramón López de Mántaras, Mateo Valero o Felisa Verdejo.

Pero los grandes proyectos, disciplinarios o institucionales, no resultan solamente del trabajo de los más conocidos. En el mundo de la ciencia y de la tecnología, en el mundo universitario, además de nuestros prohombres y de nuestras promujeres, muchas otras personas más o menos anónimas han contribuido a la creación y crecimiento de nuestros logros. Profesorado, personal de gestión, estudiantes, titulados, antiguos alumnos, empresas y administraciones públicas… Dejadme de nuevo que aproveche para recordar a algunas de esas personas, esta vez más próximas, que han servido de enlace simbólico con la celebración que nos reúne.

Hace unos veinte años, en 1995, y con mi madre convaleciente en el Hospital de San Pedro de Logroño, se me ocurrió presentarme en el cercano Rectorado de la recién estrenada Universidad de La Rioja (UR). Me recibió un antiguo conocido, el entonces gerente Ferrán Mateo, quien vino a la UR desde el equipo de gerencia de Gabriel Ferraté en la UPC y quien fichó para la UR a sus primeros jóvenes informáticos formados en el Laboratorio de Cálculo de la FIB. Con ellos, entre otros, la UR se empezó a informatizar y luego desarrolló el servicio Dialnet, uno de los proyectos informáticos que mejor ha servido a la difusión científica en España y Latinoamérica.

En aquel encuentro, Ferrán me explicó el proyecto de la UR y me presentó a quienes consideró como mis colegas temáticamente afines. Entre ellos, Luis Español y Julio Rubio me recibieron con gran amabilidad, me hablaron de sus trabajos de investigación y me pidieron que ejerciera de enlace con compañeros míos de la UPC, como Xavier Franch, Antoni Olivé o Fernando Orejas, entre otros. De ahí surgió la idea de organizar en 1998 en Enciso, el pueblo de mis padres, el ENCISØ (Encuentro de investigación en software del nordeste ibérico), donde participaron colegas de la mayoría de universidades de la ribera del Ebro, pero principalmente de la UR y la UPC. A partir de ese encuentro se establecieron algunos contactos más continuados, con invitaciones para tribunales de tesis, para charlas o para algunos proyectos de investigación compartidos.

Más recientemente, a partir de que la UR decidió impartir estudios superiores de informática, de nuevo coincidí con algunos compañeros de la UR en reuniones de la CODDII, la Conferencia de Directores y Decanos de Ingeniería Informática de España, o en las JENUI, las Jornadas sobre la Enseñanza Universitaria de la Informática. Desde entonces, para mí ha sido una gran alegría el haber podido actualizar mis conocimientos sobre la ahora totalmente consolidada UR, y el participar en algunas de sus recientes actividades, como su semana de la ciencia o un taller de acreditaciones europeas para titulaciones informáticas. Todo eso ha sido gracias al esfuerzo y la ilusión del Decano Ángel Luis Rubio, a quien quiero agradecer su dedicación y su amistad.

Con él hemos intercambiado algunas visitas y decenas de largos correos electrónicos, todo para preparar la exposición que se presenta en este catálogo y que quiere servir de excusa para celebrar la deseada conclusión e inauguración de la Fase IV del edificio de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la Universidad de La Rioja. Una exposición que quiere mostrar y rendir homenaje explícito a algunos aparatos antiguos, y homenaje implícito a esos colegas, lejanos y próximos, que han contribuido a impulsar nuestra disciplina informática. Una curiosa parte de nuestra historia que pocos conocen, ni informáticos ni usuarios, pero donde se hunden las raíces de la disciplina con la que la humanidad vive su presente y construye su futuro.

Una disciplina la nuestra aún en construcción, con diversidad de denominaciones de similar significado: informática, computación, cibernética, automática, tecnologías de la información y la comunicación… Denominaciones en género femenino para una disciplina muy necesitada de muchas más féminas para todas sus especialidades. Pero una disciplina con historia, prehistoria y sobre todo con futuro, un gran futuro…

Como el próspero futuro que le deseo a la Facultad de Ciencia y Tecnología en su nueva etapa, en mi propio nombre y en el de Núria Castell, Decana de la FIB de la UPC y el de Josep Prieto, Director de los EIMT de la UOC.

Juan Antonio Pastor Collado
Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación, UOC
Facultad de Informática de Barcelona, UPC
Mayo de 2016

 

Facultad de Ciencia y Tecnología
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Última modificación: 25-05-2016 09:03
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