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Público general

Por Dolores Fernández

En este capítulo abordaremos las relaciones entre el público y la ciencia; la definición y caracterización del público en función de su edad, sexo, información inicial o motivación; así como algunas estrategias para buscar la concordancia entre lo que el público espera y lo que los investigadores pueden ofrecer.

Público y ciencia: ¿hay alguien ahí?

Antes de emprender cualquier actividad de divulgación científica, lo primero que debe saber un investigador es que existe un interés social por la ciencia superior al que probablemente se imagina. A pesar de los tópicos que configuran la imagen pública de la ciencia y la investigación y los modelos que con frecuencia transmiten el cine o la literatura, la realidad desmiente y desmonta esta imagen. Hay un importante sector del público interesado en la ciencia y la tecnología.

Así lo atestigua la última encuesta sobre Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología, realizada por la Fundación Española de Ciencia y Tecnología (FECYT). Según sus resultados, “entre la diversidad de temas por los que los ciudadanos muestran un especial interés informativo se encuentra la ciencia y la tecnología, citados de forma espontánea por uno de cada diez encuestados (9,6 %)”.



Moreno Castro, C. (2009): “Análisis de la IV Encuesta sobre Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología (2008). Los medios, el público y la ciencia”.FECYT. Accesible en http://www.fecyt.es/fecyt/docs/tmp/1113600113.pdf

Esto mismo se revela en el número de visitas –contabilizadas en millones- que, cada año, reciben los centros dedicados a la divulgación científica. A la pregunta ¿hay alguien ahí? la realidad nos ofrece una respuesta afirmativa. Por tanto, sólo nos falta encontrar el camino y la metodología para que investigadores y público puedan encontrarse.

¿Qué es el público general?

El público general es un conglomerado, una mezcla desestructurada y heterogénea de personas con diferentes biografías, circunstancias e intereses. Conocer el público al que nos vamos a dirigir, y tratar de caracterizarlo de alguna manera, nos ayudará a elegir estrategias para lograr una comunicación científica con más éxito. Podemos caracterizar al público a través de numerosas variables. Veremos algunas relacionadas con edad, sexo, conocimientos previos o motivación.

Edad

Niños. No forman, ni mucho menos, un público fácil. Los niños son abiertos y espontáneos y muestran su entusiasmo o su decepción. No disimulan y ofrecen un feed-back claro. No les vale cualquier cosa. Sus preguntas son relevantes y atinadas. Sólo quien esté muy seguro de lo que quiere comunicar lo hará con éxito ante un público infantil. Como contrapartida, la influencia y el impacto sobre un niño es intensa, como también lo es su capacidad de aprendizaje e implicación emocional. Con ellos, el éxito sólo está al alcance de investigadores curtidos en el arte de comunicar.

Adolescentes y jóvenes. Probablemente, el público más complicado. Están una etapa en la que se centran mucho en sí mismos y en un conjunto de intereses bastante reducido. Es difícil conseguir que acudan a una conferencia, visiten una exposición o lean un artículo. Sin embargo, es una fase importantísima de la vida porque en ella se despiertan las vocaciones científicas o investigadoras. Es preciso un esfuerzo aún mayor para tratar de dar con aquello que realmente les interesa.

Taller de ADN en la Casa de las Ciencias de Logroño

Mayores. Constituyen para muchos investigadores “el mejor público”. Cualquiera que haya tenido oportunidad de participar en actividades con este colectivo sabe que encontrará un público receptivo, entusiasta, agradecido, cortés y comprometido. Los mayores son observadores y acumulan muchas experiencias, por lo que buscan conceptos que se relacionan entre sí, más que detalles concretos o datos.

Adultos. Forman el núcleo de público más habitual. Normalmente, es en público adulto en lo que se piensa cuando se habla de “público general”. En este caso, la edad no es demasiado relevante y habrá que pensar en otras características.

Sexo

Entendemos superada la época en la que se consideraba que las mujeres se interesaban por unos temas diferentes a los que suscitaban el interés de los varones. Y en concreto, aquel prejuicio que señalaba a los varones como principales destinatarios de las cuestiones relacionadas con la ciencia o la tecnología. Al igual que las aulas de las universidades, hoy vemos las salas de conferencias y auditorios con una presencia femenina equiparable a la de los varones. Por tanto, esta característica no es demasiado relevante.

Conocimientos previos

A cualquier investigador que vaya a iniciar una actividad de difusión le gustaría saber qué sabe el público sobre ella, pero esto es imposible. En la misma actividad coincidirán públicos con niveles de conocimiento muy diferentes, bien sobre el tema particular del que se trate o bien con grados de instrucción, de carácter general, también diversos.

Sabemos que buena parte del público potencial, especialmente aquellos que tienen una instrucción menor, se sienten intimidados y poco capaces de comprender lo que los investigadores pueden comunicar.

Así, según los datos de la encuesta de la FECYT, sobre “Percepción Social de la Ciencia”, un 33,6 por ciento de los encuestados no están interesados en la ciencia “porque no la entienden” (28,6 por ciento de varones y 37,3 por ciento de mujeres).

A pesar de que esta respuesta es más frecuente entre las personas con estudios primarios incompletos o menos (55,9 por ciento) lo cierto es que también es una respuesta ofrecida por un porcentaje significativo de personas con estudios superiores. En concreto, es la respuesta del 16,40 por ciento de los encuestados con estudios de bachillerato y un 10,50 por ciento de los encuestados con estudios universitarios.

Moreno Castro, C. (2009): “Análisis de la IV Encuesta sobre Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología (2008). Los medios, el público y la ciencia”.FECYT. Accesible en http://www.fecyt.es/fecyt/docs/tmp/1113600113.pdf

En general, un público más instruido es un público más interesado por la ciencia y la tecnología. Pero también es cierto que no todo el público instruido está interesado y que hay un porcentaje de público con poca instrucción que, sin embargo, forma parte del público habitual en actividades de divulgación científica.

Motivación

Curiosidad. Son personas curiosas aquellas que gustan de conocer más sobre el mundo, la sociedad y las personas. Disfrutan de las ciencias experimentales, de las ciencias sociales o del arte. No se dedican profesionalmente al tema del que se trate y pueden estar muy alejados de él. Valoran el saber por el saber y no necesitan obtener algo que sea inmediatamente aplicable a sus vidas. Algunos temas suscitan especialmente la curiosidad del público o conectan con esa curiosidad que ya existe. Abordar estos temas o enfocar la actividad de manera que se toque alguno de ellos puede ser una garantía de éxito. La curiosidad del público es la mejor aliada de la comunicación científica.

Interés. Reside en las personas que acuden a una actividad porque se sienten especialmente concernidas por el tema que se va abordar: colegas, profesionales del sector, profesores y estudiantes y aquellos que tienen un interés vital y buscan algo parecido a un consultorio. En resumen, con todos aquellos que tienen un interés concreto y personal en la cuestión.

¿Qué espera el público y qué podemos ofrecer?

Para encontrar el punto en el que confluya aquello que el público espera y lo que el investigador puede aportar, se pueden seguir las siguientes pistas:
  • Querer es poder. El investigador debe estar realmente convencido de que quiere llegar al público y debe estar dispuesto a sacrificar lo que sea necesario para conseguirlo

  • Colocar al público en el centro de la acción divulgativa. Antes de pensar qué se va a decir, escribir, mostrar… hay que pensar en quién va a escuchar, leer o ver. Ayuda construir una especie de “retrato robot” de cómo puede ser el público. En convocatorias públicas en ateneos, asociaciones, museos de ciencia, etc. esta información se puede recabar de los organizadores. En el resto, habrá que utilizar la experiencia y la intuición.

  • Ofrecer algo valioso. El objetivo es que cada uno de los componentes de ese magma, que hemos llamado público, obtenga algo que para él sea valioso.

  • Disfrutar de la experiencia. Parece una tarea imposible, pero en el fondo no lo es tanto. Quizá lo que para el investigador sea una nimiedad, para el público puede ser importante. Y por el contrario, algo que para el investigador es importantísimo, para el público puede ser algo extremadamente técnico y sin interés. Hay que hacer confluir dos placeres: el placer del público por descubrir algo nuevo o averiguar algo que no sabía previamente y el del investigador que se siente complacido por compartir su experiencia con el público.

Trucos

Complejidad. Ofrecer actividades de “diferente graduación”. Para diferentes grados de iniciación en la materia de que se trate, en función de la caracterización del público que hemos hecho antes de empezar.

Difusión. Ser muy nítidos en la difusión de la actividad. Señalar si es posible el público al que nos dirigimos o dar suficientes pistas para que los destinatarios en los que hemos pensado sean precisamente quienes se sientan aludidos e invitados.

Línea media. Trabajar en una comunicación científica “de amplio espectro”, que se mueva en una línea media fácilmente identificable por el público. Con la adecuada sencillez y criterio pedagógico para que no resulte sólo inteligible para los iniciados, pero sin renunciar a la precisión y al rigor.

Marco. Situar lo que se va a comunicar en un “marco” de referencia, de forma que los datos y los conceptos no queden aislados, sino que contribuyan a dar una visión “de conjunto” del tema del que se trate.

PARA SABER MÁS