Lo fácil es aparecer, lo importante es actualizar. Tener un blog o una página en una red social es sencillo, pero si no la llenamos de buen contenido de forma habitual no servirá de nada.
No caigas en la “tecnofobia”, pero tampoco en el “ombliguismo”. Internet no es mejor ni peor que nada, y la comunicación científica no debemos hacerla para nosotros mismos, sino para los internautas. Igualmente, los géneros, lenguajes y formatos que se utilizan no son mejor ni peor que otros, sino diferentes según a quién y cómo queramos llegar.
Sigue el ejemplo de las buenas iniciativas del mundo anglosajón, algunas de las cuales nos llevan mucha ventaja.
Conoce mejor a tus contactos: Internet permite conocer muy bien a los navegantes de nuestra web, por lo que podremos afinar más en lo que quieren.
Potenciar una cultura comunicadora y digital entre los científicos, para que puedan ser tanto fuente para los comunicadores como comunicadores en sí mismos.
Contactar con los gabinetes de comunicación en universidades, empresas y centros de I+D con “servicios Internet” orientados hacia el internauta, que ofrezcan información sobre investigaciones, no sólo corporativa.
Digitalización del conocimiento científico y con acceso público: tesinas y tesis doctorales, revistas científicas...
Creación y afianzamiento de iniciativas “realmente Internet” y no una copia de otros medios: webs multimedia, foros y listas de correo que aglutinen periodistas y científicos, comunidades on-line participativas, chats y videoconferencias con científicos, servicios de consulta que resuelvan dudas del público, "guías de expertos“...
Sistemas de noticias especializadas en ciencia y tecnología, permitiendo a los medios de comunicación ampliar sus contenidos de ciencia.
Asunción de mayores responsabilidades informativas y comunicativas de las instituciones tanto públicas como privadas: la ciencia es cultura y la generalización del conocimiento y de una opinión pública informada y crítica fortalece la democracia. Internet también puede ayudar aquí.