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Cómo elaborar el plan de difusión de un proyecto

Por Luis Martínez Saez

Los proyectos son las células vivas de la tarea investigadora. Bajo la dirección de un Investigador Principal (IP), el proyecto reúne al equipo humano (los científicos y tecnólogos implicados), los medios económicos -logrados, la mayoría de las veces, en los concursos públicos (Plan Nacional, Programa Marco…)- y los medios instrumentales (instrumentos, telescopios, etc.), con el soporte organizativo y administrativo que le aporte el centro. Es decir, algo similar a lo que es una empresa sólo que aquí el producto final es la producción de conocimientos. Pero así como la empresa tiene que vender su producto para subsistir, no estaría mal que los responsables de cada proyecto tuviesen el convencimiento de que, además de hacer ciencia de la máxima calidad, es necesario “vender” (explicar) a la sociedad la importancia de lo que hacen y para qué sirve, manteniendo una actitud propicia para explicar al gran público, que es el que paga sus facturas, sus logros.

¿Es la comunicación parte inseparable de un proyecto?

Tiene que serlo. Hacerlo bien y darlo a conocer. La comunicación es parte integrante y necesaria de todo trabajo científico. Forma parte de nuestra deuda para con la sociedad: dar cuenta de lo que avanzamos. La comunicación permite compartir ideas, conocimientos, información y sentimientos. No hay comunicación sin un emisor que tiene algo que los demás no poseen. La comunicación de la ciencia nos permite enriquecer culturalmente a los demás explicándoles, en un lenguaje comprensible, nuestros logros. Además, si nos fijamos, también todas y cada una de las piezas integrantes del propio proyecto pueden ser materia para la comunicación: el equipo humano, los medios instrumentales, los objetivos propuestos, la organización y el soporte administrativo que pone a su disposición el centro.

Programa de comunicación adecuado a cada proyecto

Si resulta impensable que una fábrica de zapatos no disponga de un plan de marketing para venderlos, tampoco deberíamos desarrollar un proyecto de investigación sin un programa bien definido para difundirlo. El IP y el responsable de la Unidad de Cultura Científica (UCC) tienen que establecer un programa de comunicación para dar a conocer todo lo que surja del proyecto y pueda interesar al gran público. Seguramente, durante un tiempo, el proyecto no produzca resultados. Sin embargo, siempre es posible divulgar aquellos ingredientes que resulten atractivos que son los que surgen de responder a este decálogo de preguntas.

DECÁLOGO DE PREGUNTAS PARA UN PROYECTO

  1. ¿En qué consiste exactamente su objetivo científico? Hitos previstos en su desarrollo y evolución
  2. ¿Qué aporta al conocimiento y enfoque de la investigación?
  3. ¿Dónde radica su originalidad?
  4. ¿Habrá un antes y un después según sus resultados?
  5. ¿Qué aporta al saber general, más allá de la especialidad?
  6. ¿Podrá repercutir de manera positiva en el tejido productivo?
  7. ¿Y en la vida de los ciudadanos? ¿Cómo?
  8. ¿Quiénes (científicos y centros) integran el equipo del proyecto?
  9. ¿Con qué fondos (públicos y/o privados, nacionales/europeos/otros) se financia el proyecto?
  10. ¿Qué medios instrumentales va a utilizar? ¿Ha sido necesario desarrollar alguno nuevo para llevar a cabo la investigación?

Divulgar la ciencia que generamos (los nuevos conocimientos)

Es la materia más importante del proyecto en cuestión. La investigación desemboca en nuevos conocimientos. Algo que se ignoraba pasa a ser conocido. El ansia de desentrañar el Universo y todo lo que en él se contiene, impulsa el esfuerzo por saber más. No sólo surgen los resultados sino que éstos afirman o destruyen hipótesis previas. De vez en cuando se cambia un paradigma por otro. Por lo general, todo nuevo conocimiento abre a su vez nuevos interrogantes. La primera materia de la comunicación son los pasos delante de cada proyecto siguiendo, por ejemplo, las pautas contenidas en esta guía. Una manera de hacerlo es disponer de un lugar adecuado en la web del centro, o de la Universidad.

Divulgar la tecnología implicada

Hace sólo unos siglos, los hombres de ciencia trabajaban con la única pretensión de saber más. En muchos casos, los conocimientos logrados no buscaban una aplicación práctica y menos aún su explotación comercial. En épocas remotas, sólo dos ciencias destacaron por su utilidad. La astronomía, cuyos conocimientos fueron aplicados en los calendarios para conocer las estaciones, los momentos idóneos para las actividades de la agricultura y la trashumancia de los ganados, o para la orientación de los edificios de singular relevancia,… Y más tarde, los conocimientos astronómicos fueron, por ejemplo, decisivos en el arte de navegar. Y, por ello, las grandes expediciones marítimas convirtieron el mundo en una bola accesible. La otra ciencia útil fue la medicina, tan antigua como el propósito de liberar al hombre de la enfermedad, del dolor y de la muerte. En esas épocas, siempre se buscó además la íntima y desconocida conexión entre el cielo y sus objetos luminosos y el destino de los seres humanos.

Hoy, sin embargo, casi se mira con reticencia la investigación que no tenga en su punto de mira el logro de conocimientos generadores de aplicaciones útiles para el tejido productivo. Olvidamos con frecuencia que la tecnología que se encierra en los instrumentos más avanzados que manejamos cada día tiene siempre sus raíces en los avances de la ciencia básica.

No hay ciencia aplicada sin ciencia por aplicar. Hay que tener paciencia porque la utilidad de los conocimientos teóricos surge en los momentos más insospechados.

De la mano de la investigación surge la necesidad de disponer de instrumentos muy avanzados (LHC, GTC, HUBBLE, ISS, etc.), que son fruto de las necesidades de los científicos pero que sólo son posibles tras provocar saltos muy significativos en el campo tecnológico. Todos estos instrumentos, en su diseño y construcción, suponen desafíos industriales de primera magnitud. Luego, ya construidos y tras conseguir que las empresas implicadas en su construcción hayan desarrollado unas capacidades tecnológicas que antes no tenían, llega la hora de los científicos, de su explotación científica.

En torno al desarrollo y puesta en marcha del Gran Colisionador de Hadrones o LHC, el CERN ha difundido imágenes, vídeos, animaciones..., además de utilizar las redes sociales para retransmitir en directo los principales hitos relacionados con este instrumento "estrella" de la física de partículas, que podría llegar a recrear los momentos posteriores al Big Bang.

Mostrar también los proyectos tecnológicos y las infraestructuras e instrumentos que manejamos

Las instalaciones científicas cada día reúnen mejores medios. Laboratorios, instrumentos sofisticados, bancos de prueba, salas limpias, etc. Bajo la apariencia de sencillez, muchas de estas instalaciones cuentan por lo general con medios sofisticados.

A veces, el centro desarrolla algunos de los instrumentos que necesita para su investigación. En otras ocasiones, según los casos, trabaja junto a centros de otras instituciones nacionales o internacionales en la construcción de instrumentos tan llamativos como costosos que exigen consorcios multinacionales para su financiación y realización. No es de extrañar que algunas universidades y centros cuenten con capacidades para diseñar y construir instrumentos y, en definitiva, que desarrollen proyectos tecnológicos muy interesantes para su divulgación. Estos son algunos ejemplos de proyectos tecnológicos.

Hay ramas de la ciencia que necesitan infraestructuras dotadas de unos avances tecnológicos espectaculares como los ya citados: aceleradores de partículas, fuentes de neutrones por estalación, telescopios gigantes o espaciales, supercomputadores, barcos de exploración, etc. Algunos grupos de investigación tienen la suerte de utilizarlos en sus proyectos.

Sean éstas u otras menos llamativas, las instalaciones resultan enormemente atractivas para el público que desea saber cómo son, cómo funcionan, de qué manera se gestionan, cuál es el papel de los técnicos que los manejan, qué beneficios económicos producen en el entorno donde se ubican y por qué se ha elegido precisamente el lugar donde se asientan. Es una buena materia para abrir estas instalaciones al público para que las conozcan, puedan hablar directamente con quienes trabajan en ellas, y entender mejor las investigaciones que llevan a cabo.

También para mantener siempre una documentación gráfica actualizada y de primer nivel.

No evitar el factor humano

La gente se interesa también por el lado humano de los investigadores. No es de extrañar, por ello, que, cuando un grupo visita, por ejemplo, un observatorio astronómico en alta montaña, pregunte no sólo por lo que se ha descubierto o por cómo funciona tal o cual telescopio y sus instrumentos sino también por cómo viven los astrónomos, cómo se las arreglan para dormir de día tras observar durante la noche, qué trastornos produce esto en sus comidas o en su vida familiar, qué hacen cuando se quedan aislados por la nieve durante varios días a varios grados bajo cero, etc. Las singulares condiciones de vida de los astronautas, o de quienes integran las expediciones a los Polos, los equipos de las estaciones meteorológicas alejadas, etc., despiertan igualmente un gran interés. Pero sin ir a estos casos extremos, el público tiene curiosidad por saber más de los investigadores porque se intuye que la actividad científica es fruto de una vocación que exige toda una manera de entender y de vivir. De ahí la importancia de abrir al público las instalaciones mediante la organización de Jornadas de Puertas Abiertas o fijando días de la semana para poderlas visitar. No es tan importante que vean unas instalaciones y unos instrumentos como para que FACE to FACE puedan estar con los científicos y hacerles preguntas sin intermediarios.

Por poner otro ejemplo, que las mujeres científicas muestren los problemas domésticos que deben resolver para no abandonar su vocación investigadora es otra materia que interesa.

Para finalizar, deberíamos ser valientes y contar también nuestros fracasos. Una línea de investigación que no haya tenido éxito abre otras puertas y resulta esclarecedora. Forma parte de la realidad de la investigación como puede serlo tener que suplir con imaginación la falta de medios.

El secreto de una buena difusión de la marcha del proyecto es mantener estrecho contacto con el Gabinete de Prensa o la Unidad de Cultura Científica y sacar el máximo partido de los papers que se vayan produciendo.

Proyectos de singular relevancia

No todas las ramas de la ciencia son iguales. No todos los proyectos se parecen. Cuanto mayor es el nivel de abstracción en el que nos movemos, más alejada está de hacerla “visual” y divulgable. La investigación más teórica es mucho más difícil de comunicar. No se puede decir que, con una dedicación adecuada, no se pueda hacer inteligible por el público, pero sí que exige más esfuerzo y los cauces adecuados para hacerlo.

Sabiendo que los proyectos y resultados ordinarios no son muy difíciles de divulgar, vamos a fijarnos en aquellos otros que, por su especial relevancia, exigen una programación y medios singulares. Porque siempre, mutatis muntandis, se pueden hacer aplicaciones a los de menor envergadura.

La estrategia de comunicación desarrollada en torno a la instalación del Gran Telescopio CANARIAS (GTC), ubicado a unos 2.400 metros de altitud en el Observatorio del Roque de los Muchachos, en la isla de La Palma, constituye un buen ejemplo.

Tomamos como caso práctico el proyecto Gran Telescopio CANARIAS (GTC) uno de los llamados de “gran ciencia”. Estos proyectos se llaman así por su importancia para la investigación científica y por los factores que lo definen: presupuesto, medios humanos que requieren, repercusiones para la industria especializada, etc.). Este tipo de proyectos, al atraer de manera especial la mirada de la sociedad, exigen que se ponga en marcha un dispositivo especial de comunicación.

EJEMPLO

En el caso del GTC se establecieron tres metas:

1) Explicar el GTC cuando no había GTC

• Explicación general de su estructura y funcionamiento

Detalles de la cúpula y su ventilación

Partes integrantes del Telescopio

Explicación del problema de la “rotación de campo”

2) Explicar qué verá el GTC y qué ciencia podrá hacer (ver PowerPoint)

3) Adquisición de imágenes históricas para disponer en el futuro de materiales con los que realizar audiovisuales (ver PowerPoint)

Además, se crearon medios ex profeso para la comunicación. Concretamente, junto a los habituales (web, notas de prensa, etc.) se llevaron a cabo algunos extraordinarios, como varios informes de progreso remitidos a toda la prensa para informar en detalle de la marcha y de los problemas encontrados en su construcción. También se creó un boletín digital (www.gtcdigital.net) para mantener en todo momento una información viva sobre el GTC.